sábado, 21 de septiembre de 2013

El regreso de Chewbacca: ¿La venganza del wookie?

Un sonido lastimero rompe la calma de una noche sin estrellas en el planeta Kashyyyk. La silueta de una figura que parece humana, se recorta contra una de las tres lunas que arrojan una luz verdosa y tenue sobre la superficie. Se trata de un wookiee, sentado sobre una roca, los peludos brazos rodeando sus robustas piernas. De repente, alza la cabeza hacia la noche y, desde lo más profundo de su garganta, emite un quejido grave, más fuerte que el anterior. Su nombre es Chewbacca, y se siente abandonado.

Cuando era joven lo tenía todo. Fama (las películas de Star Wars arrasaban en taquilla), dinero (en Créditos Galácticos Estándar), mujeres (prostitutas intergalácticas tan peludas como él) y, lo más importante, un amigo fiel llamado Han Solo y una nave chulísima donde corrían mil aventuras allá donde fueran. Su vida, en definitiva, era emocionante y valía la pena vivirla. Entonces comenzó la trilogía de precuelas formada por los episodios I, II y III de la saga de La Guerra de las Galaxias, donde otros seres, desconocidos hasta el momento, cobraron más protagonismo que él, apartándole cada vez más del corazón de la gente.

No podía entender como un simple Gungan llamado Jar Jar Binks, con su lengua colgando y una evidente dislexia, podía usurpar su carisma, su imponente presencia, que hacía temblar a sus enemigos en cuanto lo veían. Pero la ofensa no quedaba ahí. No solo no le habían llamado para aparecer en las nuevas películas de conocida franquicia espacial, sino que habían contado una vez más con la presencia de dos de las criaturas más despreciables, en su opinión, de todo el universo: los cansinos androides C-3PO y R2-D2.

Imagen de Chewbacca en El Imperio Contraataca
¡Cómo se atrevían a marginarle! ¡Él era Chewbacca, hijo de Attichitcuk, quien luchó valientemente durante las Guerras Clon para defender a su pueblo de los separatistas de la Confederación! Aún recordaba la acalorada charla que mantuvo con uno de los productores de La amenaza fantasma: "Chewbacca, entiéndelo, no podemos darle un papel relevante a alguien que habla mediante sonidos guturales. Todas las especies que aparecerán en este nuevo ciclo con un rol importante en él se comunican en el idioma común... por no hablar de tu registro y tu incapacidad facial para expresar emociones. Ni siquiera podríamos ponerte un traje de soldado imperial para que aparecieras como figurante, tu estatura te delataría y no tenemos cascos de tu tamaño... Lo siento mucho hijo, pero en esta ocasión no podemos contar contigo."

En aquella ocasión tuvo que agachar la cabeza y retirarse, humillado. Pero se acercaba su oportunidad. Podía sentirlo. Había oído la noticia de que Disney había absorvido Lucas Films y ya estaba trabajando en los capítulos VII, VIII y IX de Stae Wars. Esta vez iría a por todas. Se presentaría ante el mismísimo J.J. Abrams, elegido para dirigir las secuelas, y le presentaría su propio proyecto: un spin-off centrado en él, en sus años de gloria a bordo del Halcón Milenario. Hablaría con Harrison Ford para acelerar el proceso y para que le ayudase a escoger a un nuevo Han Solo (los humanos envejecen rápido y el pobre Harrison ya no estaba para esos trotes). La película tendría que estar subtitulada, claro, pero era un precio que, estaba seguro, sus fans estarían dispuestos a pagar para volver a ver al gran Chewbacca en los cines. La cinta tendría momentos de acción, pero también habría elementos de psico-drama autobiográficos. 

La figura del wookiee se irguió de pronto, revelando sus más de dos metros de envergadura. ¡Sería un éxito! Pero tenía que empezar ya a trabajar en ello. Sin duda dejaría con la boca abierta a sus detractores y a ese inútil pretencioso de C-3PO. La titularía ¡Aahggraahghamm!, o lo que era lo mismo en idioma común: La venganza del wookiee.

Chewbacca tomo aire y lanzó un bramido aterrador con toda la potencia que pudo. Su momento había llegado. 





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