miércoles, 21 de agosto de 2013

Crítica - Oz, un mundo de fantasía: Disney trae a los cines la magia de nuestra infancia

Debía ser muy pequeño cuando vi por primera vez El Mago de Oz. No tengo una imagen clara de ello, pero sí recuerdo haber disfrutado de la película en blanco y negro, con la inocencia que caracteriza a los niños, sin plantearme o razonar nada de lo que veía. ¿Un león que hablaba con un espantapájaros y un hombre de hojalata? ¿Brujas y monos voladores? ¿Un poderoso mago al final de un camino de baldosas amarillas? ¿Por qué no? Después de todo, es un cuento. Y los cuentos, cuanto más absurdos y creativos, mejor.

De esta forma, con un universo sin límites ni barreras a la imaginación como el mundo de Oz, era cuestión de tiempo que hiciesen una versión de la cinta de 1939, como ya hicieron con Alicia en el País de las Maravillas, otro alarde de surrealismo de la mano de Lewis Carrol llevada a las pantallas de una forma magistral por Disney, la misma compañía que ahora, en 2013, nos trae una precuela más que digna de las aventuras del famoso mago de Oz.

La historia nos sitúa en el punto de vista de Oscar, un "mago" de feria con muchos trucos bajo la manga y poca magia auténtica, vividor, mujeriego y egoísta que, para huir de un marido celoso, escapa en un globo aerostático que acaba siendo engullido por un tornado (como el que destruye la casa de Dorothi) y transportado al mundo de Oz, donde descubrirá que la magia es más real de lo que pensaba. A partir de aquí comienza realmente la película, que no podría llevar un mejor título: Oz, un mundo de fantasía.

Escena en blanco y negro perteneciente al principio de la película

La cinta está llena de detalles y guiños que homenajean a su predecesora, comenzando por el principio, rodado en blanco y negro y con la pantalla acortada para emular la forma en la que se grabó El Mago de Oz original. De hecho es tal el contraste, que el público quedará maravillado con la apertura de la imagen y el colorido del escenario en el que aparece el actor James Franco montado en su globo al llegar a Oz, un escenario repleto de flores que se abren a su paso, paisajes increíbles, seres fantásticos, brujas, ciudades de cuento... Todo hecho por y para los niños de la casa y sus padres, quienes disfrutarán como ellos en una genial revisión de una de las historias más bonitas y originales jamás contadas.

Es muy de agradecer el tratamiento que Disney le ha dado a la película, sobre todo con las dificultades que hubo en torno al rodaje, ya que los derechos los tiene Warner Bros, por lo que había que tener mucho cuidado a efectos legales. De esta forma, la Warner no permitió a Disney usar las zapatillas rojas de Dorothi en la película, ni el escenario original de la misma (de ahí que cambiase tanto un mundo de otro, al margen de las nuevas técnicas utilizadas).

Las interpretaciones son también de primera, empezando por el cínico Oz, encarnado por un genial James Franco que, a lo largo de la trama, irá poco a poco dejando a un lado su egoísmo para ayudar a las personas (o seres) que le necesitan para evitar una catástrofe, muy en la línea de las moralejas típicas de Disney y que, acostumbrados como estamos hoy en día a la doble moral, hipocresía y falta de honestidad de la sociedad en la que vivimos, no vienen nada mal. Mención especial al trío de brujas de la película formado por Mila Kunis, Rachel Weisz y Michelle Williams, genialmente caracterizadas, funciona como un reloj, manteniendo siempre el foco del espectador sobre sus interpretaciones.

Los actores James Franco y Mila Kunis

Otro punto a favor de Oz, un mundo de fantasía es un ritmo muy dinámico que, entre los diálogos, las escenas de acción y magia, la banda sonora (de la mano de Danny Elfman) y los efectos especiales, ofrece una película muy entretenida y divertida, al más puro estilo Disney. En cuanto a los mencionados efectos especiales, observamos que la compañía de dibujos ha sabido adaptarse a los tiempos que corren, aprovechando a la perfección las más innovadoras técnicas digitales para recrear con máximo detalle un mundo con vida propia que, con la ayuda de la tecnología 3D, consigue acercar al público una experiencia totalmente gratificante repleta de flores gigantes, vientos huracanados y tesoros de todo tipo.

Se trata sin duda de una película para todos los públicos que disfrutaran mayores y pequeños por igual y que, en el caso de los adultos, nos hará recordar porqué nos gustaban tanto las películas de dibujos cuando éramos niños, aquellas tardes en las que íbamos con nuestros padres a los cines a ver La Sirenita, 101 Dálmatas o Peter Pan.

Lo mejor: La originalidad de la historia a pesar de repetir algunos esquemas ineludibles para hacer alusión a su predecesora.

Lo peor: ¡No se me ocurre nada!




2 comentarios:

  1. Pues pensaba que la película era una versión de la clásica pero no, me llevé una agradable sorpresa. Buena, y entronca muy bien con la siguiente.

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    1. Coincido plenamente, Antonio. ¡Un saludo y gracias por tu comentario!

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