martes, 20 de agosto de 2013

Crítica - Pacific Rim: Robots que dejan frío

Guillermo del Toro ha hecho trabajos buenos y regulares. Entre sus grandes aportaciones al cine como director encontramos su ópera prima, La invención de Cronos, ganadora de varios premios internacionales, así como la inolvidable El Laberinto del Fauno, donde ficción e historia se dan la mano de forma magistral en el marco de la Guerra Civil española. En cuanto a las películas que pasaron desapercibidas sin llegar a ser calificadas de "malos proyectos", encontramos a Hellboy, su secuela y Blade II, tres títulos entretenidos de ver, con más acción y adrenalina que guión y a los que creo, sin ninguna duda, que se puede sumar perfectamente el proyecto que nos ocupa hoy: Pacific Rim.

El día de su estreno en cines, casualmente oí en el programa de radio "La Ventana", de la Cadena SER, una entrevista que le hacían al director. En ella, del Toro aprovechaba, como es natural, para elogiar su película, hablando de una serie de matices y peculiaridades de la misma. Así, contó que buscaba reflejar la capacidad del ser humano de unirse ante situaciones extremas que amenazan su existencia sin importar la raza o el credo; aseguraba que él hacía las películas que quería hacer y que nunca aceptó ni aceptaría trabajos por encargo; remarcó que Pacific Rim era un homenaje a las series de dibujos que veía de pequeño, tales como Mazinger Z y, posteriormente, el anime de Evangelion.

He de decir que no mintió en nada y que, aún así, no fue suficiente. Es cierto que es de las pocas películas que, hoy en día, no engañan con el trailer. En este caso, se apreciaban unos monstruos enormes luchando contra robots gigantes que hacían estragos en la ciudad donde se enfrentaban, usando todo tipo de objetos tales como barcos transatlánticos, grúas o contenedores portuarios. 

El problema es que la película dura más de dos horas. Más de dos horas viendo golpes, mordiscos, coletazos y rugidos. Más de dos horas oyendo frases huecas y tópicos como "¡Soldado! ¡¿Prefieres morir en tierra o manejando un robot?!". Más de dos horas viendo a un protagonista principal adolescente de andares chulescos y cara de comerse el mundo y saber más que nadie, pavoneándose con el torso desnudo delante de la chica de turno (una china muy ñoña), saliendo victorioso de las colosales batallas a las que se enfrenta contra los bichos. Más de dos horas... es demasiado, Guillermo.

Y es demasiado, sobre todo, si Pacific Rim no tiene nada más que ofrecer. Los personajes no tienen un recorrido o evolución decente; no hay apenas conflicto aparte de unas cuantas riñas de colegio entre los pilotos de los diferentes robots; la película carece de un final inesperado o interesante (de hecho, es más previsible que el desenlace de un episodio de los Power Rangers)... Eso sí, los monstruos están muy bien hechos y las peleas contra los robots son muy espectaculares.

La única pega que se le podría poner a la acción y a los efectos especiales es que, a veces, un ritmo excesivamente frenético combinado con escenas muy oscuras, transmiten confusión al espectador. Así, se detectan problemas de enfoque en determinadas escenas y planos en los que veremos aparecer y desaparecer una garra gigante que despedaza una parte de la coraza del robot de turno o unos colmillos que se hunden en una zona diferente, todo esto en medio del océano, de noche y con un mar embravecido. Si a esto le sumamos una sala con sonido inmersivo de 360 grados y una pantalla ultra nítida que te sumerge en el centro de la acción, el espectador, como me pasó a mi, puede experimentar un efecto un tanto desorientador, abrumado con tanto estímulo simultáneo, muy contrario a lo que se pretende alcanzar con el visionado de la cinta.

Pacific Rim podía haber dado más. Son varios los ejemplos de películas de monstruos de gran calidad y hechas con mucho mimo, que permite a quien las ve meterse en la piel de los protagonistas que huyen del bicho de turno. Es lo que vimos en Monstruoso, una magnífica cinta, de unos escasos 70 minutos de duración, en donde la acción vertiginosa va de la mano de un ritmo y un ambiente a la altura de nuestras expectativas. Otra de las cosas que Guillermo apuntó en la entrevista fue que, cuando rodaba la película que nos ocupa, se había inspirado en seres más que conocidos por todos como King Kong o Godzilla, criaturas que representaban la crisis del 29 y el desastre de Hiroshima y Nagasaki respectivamente. ¿Estaría pensando Guillermo en la crisis económica que sacude a la mayor parte del planeta cuando hizo realidad su última película? ¿Querría transmitir a lo mejor que, o trabajamos todos juntos (China, EE.UU, Europa, America Latina, Oriente Medio...) por salir del hoyo o estaríamos presenciando el principio del fin del sistema capitalista? ¿Encarnan quizá los monstruos de Pacific Rim a los temibles mercados financieros de hoy?

Nah, seguramente solo sea una peli más de bichos que quieren destruir la Tierra. Ni más ni menos.


Lo mejor: La película cumple lo que promete: peleas colosales entre monstruos y robots gigantes.

Lo peor: Es predecible, excesivamente larga y muy superficial.



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