Conan el bárbaro nos muestra su versión más decepcionante

Generalmente no me gusta dejar una película a medias. Si me quedo dormido, o calculo mal el tiempo de que dispongo para verla, simplemente me resigno, y en cuanto tengo otro ratito intento acabar lo que empecé. Lo malo de dejar un film a la mitad, es que pierdes un poco la perspectiva de la historia que cuentan, la esencia de lo que el director haya querido transmitir, ya que es difícil recordar los detalles que viste en la primera mitad y la película pierde un poco la visión de conjunto de los elementos que la componen (no se disfruta igual viendo "El Padrino" de un tirón que en tres sesiones, tres días distintos, por ejemplo).

Sin embargo, de lo que si soy partidario, es de dejar de ver la peli en el caso de que sea un bodrio. Si desperdicio mi tiempo de ocio en ver una chorrada sin sentido que ni me va a aportar nada, ni me va a entretener al menos, lo mejor es cerrar el chiringuito y dedicarse a otra cosa. Eso es lo que me pasó ayer con "Conan el Bárbaro", la nueva adaptación del famoso guerrero al que Arnold Swarzeneger dio vida en los 80 en una película que, sin ser una maravilla, te deja con un buen sabor de boca y, como decía antes, al menos te entretiene.

Nada más empezar el Conan de Swarzeneger, se nos lanza una conocida frase de Niestze como quien no quiere la cosa: "lo que no nos mata, nos hace más fuertes". Este mensaje cargado de significado, nos transmite la promesa de una historia de superación personal, repleta de adversidades hacia el protagonistas quien, a fuerza de no doblegarse ante nada, conseguirá lo que se propone. Esto es, en síntesis, lo que ocurre en Conan, con un alto componente de ciencia ficción y aventuras que incluyen serpientes gigantes, tesoros ocultos en altas torres y seductoras brujas.Y como protagonista eligen al, por entonces, Mr. Universo, Arnold Swarzeneger.

Swarzeneger en una escena de "Conan" de 1982

Swarzeneger no es un actorazo. No se le podrían dar ciertos papeles, porque sencillamente no sería capaz de sacarlos adelante. No podría realizar ningún tipo de drama o película romántica porque no cuela. Sin embargo es un actor que ha sabido escoger sus interpretaciones de manera magistral. Nadie podría haber sido "Terminator" como él ni podían haberse buscado a alguien mejor para acabar con "Predator". Y es que Chuache (como le llamaban en un extinto programa de humor español) es lo que es y es consciente de sus limitaciones, pero sabe que no hay nadie como él para intimidar a la cámara o para destrozar a quien se ponga en su camino.

De esta forma, Conan es junto a las dos películas antes citadas, una de las mejoras interpretaciones de Swarzeneger ya que, como en las otras, no hay casi diálogos, solo gruñidos, golpes y lenguaje corporal: perfecto para un bárbaro vengativo (¿y para Gobernador de California?).

Entonces llegó la versión de 2011, donde lo único que tienen en común a mi parecer, es el nombre. La película presenta a un niño agresivo, capaz de decapitar a 5 guerreros entrenados al mismo tiempo, sin recibir un solo rasguño, lo cual hace que, desde el principio, la credibilidad de la historia descienda considerablemente. Desde luego yo me quedo con el pequeño Conan de los 80, interpretado por un jovencísimo Jorge Sanz, el cual es llevado como esclavo a trabajar de sol a sombra para los guerreros que invaden su poblado y matan a su familia, alimentando su venganza cada día mientras empuja sin parar la misma rueda para moler (cosas), transformándose ante la mirada del espectador en nuestro querido Arnold.

Escena del nacimiento de Conan en su versión de 2011

Si tuviese que enumerar los gazapos y recursos repetitivos y aburridos de la película de 2011 tendría que escribir una nueva entrada para ello. Las peleas se notan falsas y muy forzadas y situaciones que pretenden ser dramáticas pueden haceros reír a carcajada limpia por lo increíble de su naturaleza. Un ejemplo: al principio de la peli, la madre de Conan embarazadísima luchando contra las hordas enemigas que intentan saquear sus tierras, recibe una herida mortal. Su marido, el señor bárbaro, la sostiene entre sus brazos. Tras una mirada cómplice, desliza un cuchillo debajo de las faldas de ella y, sin dejar de mirar los ojos de su esposa para darle apoyo moral, se lo clava en la tripa, le hace un tajo y le saca de dentro al bebé berreando y sanísimo. Todo esto en dos segundos.

La película esta llena de argumentales como esta y es más previsible que el discurso del Rey por navidad. Vamos, que interés argumental cero. La de Chuache tampoco es que sea una obra de Shakespeare, pero las escenas de acción están bien resueltas y sus aventuras tienen cierta lógica y están hechas con más mimo (véase la escena en la que una bruja del bosque intenta seducirle para matarlo en pleno acto). Pero el colmo sin duda se lo lleva el protagonista, una mezcla de chulo de taberna con sombra de ojos incluida al más puro estilo de "Príncipe de Persia", brincando por las paredes y haciendo piruetas como si fuera un trapecista del Circo del Sol.

Por todas estas cosas y después de presenciar un combate contra el malo de la película nada espectacular y bastante aburridillo en el que al final Conan decide huir tirándose al mar desde un acantilado y en el que ¡sorpresa! pasaba por allí en un barco su amigo del alma para rescatarle, tuve que hacer un gran esfuerzo para levantarme del sillón y quitar la película, ya que me estaba quedando dormido.

Cero patatero pues para una versión que, a poco que hubiesen querido, habría resultado más interesante, ya que el personaje da para ello. Pobre Conan, como lo han dejado...

Lo mejor: Si te la tomas a risa...


Lo peor: Desgraciadamente, todo.